
Por: Alfredo Gildemeister
Todo plan tiene un objetivo, una meta. El plan del denominado Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla tiene como uno de sus objetivos más importantes para el Perú, la realización de una asamblea constituyente con el objetivo, a su vez, de imponer una constitución castro chavista, estatista, de ideología marxista leninista maoísta. Así inclusive lo han señalado, con todo descaro, diversos dirigentes del partido, hoy en el gobierno, Perú Libre. Para ello, y con buenos años de antelación, se ha ido logrando una muy sutil y pausada infiltración de esta izquierda reciclada y reinventada, en las instituciones y poderes del Estado, así como en la mayoría de medios de comunicación, a fin de que, llegado el momento, se encuentren las condiciones óptimas para imponer un “presidente” y un partido en el poder, y que este imponga como parte de su “plan de gobierno”, una asamblea constituyente y una nueva constitución de corte castro chavista comunista. Es la estrategia de la “nueva izquierda”, como la denominan acertadamente Agustín Laje y Nicolás Márquez, estrategia que se ha venido aplicando en el Perú en los últimos años, al igual que se hiciera en Venezuela, Bolivia y Chile, por mencionar sólo algunos casos.
Durante los nueve meses de gobierno transcurridos hasta la fecha, el señor Cerrón, líder del partido de gobierno Perú Libre (PL), se ha denodado y desgastado día a día en las redes sociales especialmente, “recordándole” al presidente y a los “electores” de Castillo (muy pocos por cierto), que el objetivo prioritario del gobierno de PL, no es la reducción de la pobreza ni la generación de empleo o el fomento de las inversiones, la reducción del costo de vida o el crecimiento de la minería -aspectos que como todos sabemos y lo vivimos cada día, no han logrado en lo mas mínimo sino todo lo contrario-, sino ¡la realización de una asamblea constituyente! Este importante objetivo, que tal como se indicara es fundamental para el Foro de Sao Paulo, el cual ordena y presiona a PL y a sus líderes para que se haga cuanto antes, volvió a ponerse como objetivo prioritario, principal de la agenda presidencial hace unas semanas. Cuando en el país se debatían aspectos urgentes y fundamentales de una crisis económica, social y moral espantosa, ante la cual no venía al caso poner en debate una asamblea constituyente, el presidente obedientemente por cierto al señor Cerrón y al Foro de Sao Paulo, envió un proyecto de ley para ello, el cual indicaba la realización de un referéndum para que el “pueblo” aprobara dicha asamblea constituyente, que a pocos o nadie interesaba.
La desesperación del partido de gobierno y sus obedientes y sumisos líderes ante el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, incluyendo al G2 cubano y su líder entornillado en la embajada de Cuba en el Perú, realizaron una campaña -obviamente con fondos del Estado, esto es, dinero de todos los peruanos- para “convencer” a la población de una falacia, mito o utopía: el que una nueva constitución solucionaría de la nada, por arte de magia, todos los problemas urgentes que aquejan al Perú, es decir, la nueva constitución convertiría al Perú en una tierra de felicidad, un paraíso terrenal en donde manaría leche y miel. Todos serían ricos y felices.
Sin embargo, por esas cosas de la vida, el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y demás instituciones y gremios castro chavistas comunistas, se pegaron un gran chasco pues el pueblo peruano no es Venezuela, Bolivia o Chile. Nuestro pueblo rápidamente se ha percatado del gran fraude que constituye el presidente y su partido, toda una agrupación con individuos y ministros con prontuario, comunistas, delincuentes y personajes filoterroristas, para los cuales el pueblo peruano les importa poco o nada. Solo les interesa el poder, lucrar e imponer un régimen comunista castro chavista al estilo de Venezuela y punto. Con una inflación que acaba de batir todo un record, con el costo de vida disparándose día a día, con un incremento tremendo de la pobreza, el desempleo y la informalidad, con las inversiones literalmente paralizadas y una economía en franco retroceso hacia los años 70s, el pueblo peruano va despertando y no quiere para nada una asamblea constituyente.
El pasado viernes, la Comisión de Constitución del Congreso de la República, rechazó por una marcada mayoría, el proyecto presentado por el presidente por inconstitucional a todas luces, con lo cual ha fracasado el objetivo de imponer en el Perú una asamblea constituyente, al estilo de la de Chile, con representantes prácticamente elegidos a dedo y controlada, para imponer una constitución comunista. Por el momento el plan del Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, G2 y demás instituciones y gremios castro chavistas, ha fracasado en el Perú. Al pueblo peruano no le interesa una nueva constitución, más aun, cuando la actual Constitución de 1993 ha resultado buena, logrando un crecimiento económico del Perú en los últimos treinta años, que ha sido ejemplo ante el mundo. Obviamente esta constitución es mejorable y perfectible, pero lo bueno no se cambia, se mejora, no se deshecha. La última encuesta de Ipsos Apoyo a nivel nacional reveló que solo a un 7% le interesa una asamblea constituyente, esto es, a los cuatro gatos de PL. Lo que quiere el pueblo peruano es que baje el costo de vida, la pobreza, el desempleo, quiere trabajo, mas inversiones y una economía en crecimiento que le brinde un mejor nivel de vida a todos los peruanos.
En resumen, el plan y el objetivo de una asamblea constituyente en el Perú ha fracasado. El pueblo peruano no es el pueblo chileno, no lo van a engañar con falacias y utopías ridículas que solo un imbécil se las creería. De allí que el pueblo peruano ya despertó. Con el Perú no podrán. Los peruanos nos crecemos ante las dificultades y mas aún, ante una gentuza que solo nos quiere imponer ideologías y propuestas fracasadas que solo buscan empobrecer mas a nuestro pueblo, como ha sucedido en Venezuela, Cuba o Nicaragua. Señores del Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla y demás instituciones y gremios castro chavistas comunistas, ¡con el Perú no podrán! ¡Palabra de maestro!