La columna del Director

CUANDO ATACAR A LA IGLESIA ES UN NEGOCIO

Por: Luciano Revoredo

Desde hace varios años —y con mayor fuerza en estos últimos tres— se vienen destapando una serie de abusos perpetrados por miembros de la Iglesia Católica en distinto países del mundo. Y Perú no ha sido una excepción. Tal vez el caso más sonado, por su repercusión mediática, fue el de la institución religiosa Sodalicio de Vida Cristiana (SCV) el cual tuvo como detonante la publicación del libro “Mitad monjes, mitad soldados”, en donde los periodistas Pedro Salinas Chacaltana y Paola Ugaz Cruz compilaron una serie de testimonios bajo seudónimos que implicarían a algunos miembros de dicha organización en abusos de índole sexual y abuso de poder.

Desde la publicación de dicho libro, en octubre del 2015, han acontecido una serie de hechos que han ido en escalada. Lo que inicialmente los autores manifestaran era una cruzada por las víctimas del Sodalicio, se convirtió en algo más grande: una cacería de brujas donde todo aquel que pudiera cuestionar o defenderse era tildado de encubridor, perpetrador y hasta de violador de derechos humanos.

Inclusive la fiscal que en enero del 2017 archivó el caso Sodalicio, María del Pilar Peralta Ramírez, fue suspendida por 30 días debido a “su desempeño” durante esta investigación. Además, en abril de ese año, mismo mes en que el Fiscal Superior Frank Almanza reabriera el caso Sodalicio, se inició un procedimiento disciplinario contra la fiscal por infracciones en el ejercicio de sus funciones imputándole dos motivos: no identificar bien los hechos en la investigación preliminar y no motivar su resolución.

Estas medidas, evidentemente, estuvieron impulsadas por el autor del libro, el periodista Salinas, quien al no quedar satisfecho con el archivamiento del caso también le dedicó algunas burlas a la fiscal. Sin embargo, luego de revisar el expediente del caso (que pueden revisar en este link https://drive.google.com/file/d/14-uHJWYPqQv6xHInBzYOMEOa7yrCWHUT/view?usp=sharing ), queda claro que, efectivamente, además del libro con seudónimos, artículos periodísticos y la declaración de unos cuantos testigos que no fueron víctimas, a la fiscal no le quedó otra que proceder como lo hizo. A esto habría que añadir el vínculo directo de Pedro Salinas con el entonces Fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, a través de su empresa de comunicaciones CHISAC, lo cual habría ayudado a la reapertura de un caso ya archivado.

El caso Sodalicio, sigue abierto. Se logró además que en el Congreso de la República se instalara la “Comisión investigadora de abusos sexuales contra menores de edad en organizaciones”, presidida por el congresista independiente Alberto de Belaunde. Desde enero de este año, Pedro Salinas y Paola Ugaz iniciaron también una campaña mediática de ataques contra el Arzobispo de Piura y Tumbes, Monseñor José Antonio Eguren y, en estos días, claramente contra el Cardenal Juan Luis Cipriani. ¿Es acaso que los intereses de Pedro Salinas ya no son solo buscar justicia para las víctimas sino ir contra la Iglesia Católica?

El Proyecto Responsabilidad (The Accountability Project). La respuesta pareciera ser que sí. Este medio tuvo acceso a información clasificada sobre un proyecto redactado en inglés titulado The Accontability Project. Es un documento de 8 páginas que describe paso a paso una estrategia de un grupo internacional que tiene como objetivo principal procesar a la Iglesia Católica por crímenes de lesa humanidad por incitar y encubrir la violación y el asalto sexual de niños por parte de sacerdotes. Tal como lo explicita el documento mencionado que se puede consultar en castellano aquí https://drive.google.com/file/d/1eiVw86RQccl9R3NAa-euUTTBLUqpVE2B/view?usp=sharing

See the original English
version here: https://drive.google.com/file/d/1wi50ZzB1miYEwQfpJatmf1pCBrESod-L/view?usp=sharing, las expectativas de todo el proyecto están puestas en llevar al Estado Vaticano a los tribunales internacionales.

Ahora bien, ¿qué tendría que ver Pedro Salinas en este proyecto internacional? Su participación es explícita. En la página 6 del documento, en el punto “Grupo de estrategia internacional, políticas y alianzas”, se enumeran una serie de actividades para el obtener el apoyo de los gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones internacionales, entre otros.En la primera actividad señalada se menciona a Pedro Salinas como integrante de una comisión global.

Esto no tendría absolutamente nada de malo —es más, hasta sería una acción loable considerando la gravedad de los abusos y la existencia real de víctimas que necesitan justicia y atención— si es que detrás de las motivaciones de esta organización internacional no estuviera como la principal la destrucción de la Iglesia Católica en su totalidad tomando el todo por la parte sin hacer ningún tipo de distinción.

El Acuerdo de Varsovia

El Accountability Project no es una organización que debemos ignorar. Tiene objetivos y estrategias claros que van desde el lobby, la implementación de alianzas, hasta la búsqueda de financiamiento.

Su estrategia se basa en 4 ejes principales: Lobby y relaciones públicas; crear un grupo de estrategia internacional; sacar a la luz crímenes y las investigaciones; llevar a los tribunales tres niveles de pedofilia clerical: perpetradores, encubridores y crímenes de lesa humanidad del Estado y la Santa Sede (Vaticano).

Todo esto, además, se concretó en un segundo documento al cual tuvimos acceso llamado “Acuerdos de Varsovia 2017” ver
aquí https://drive.google.com/file/d/1CCUaw_l3m0RcL4K2AmCnHG5R-3Pp66FM/view?usp=sharing

See the original English version here: https://drive.google.com/file/d/1alNyijOL204LOV4QeFv1k5J3J_bUqNOA/view?usp=sharing. En este acuerdo se señalan una serie de actividades concretas que evidencian, por ejemplo, que Pedro Salinas fue el encargado en nuestro país, durante la visita del Papa Francisco a Chile y Perú, de cumplir con los objetivos de desprestigio a la Iglesia Católica a propósito de los abusos. Con esa ocasión, Salinas también ejecuta una de las directivas del proyecto: “Identificar al menos un caso para llevarlo ante los tribunales”. Y, como ya lo mencionamos, en enero de 2018 Salinas inicia su ataque a Monseñor José Antonio Eguren.

Como se puede ver en el documento, los objetivos de dicho acuerdo pretenden que, luego de varios pasos de ataque sistemático, en el 2020 se logre una denuncia ante el Tribunal Internacional de la Haya y preparar un “proceso similar al del Tribunal Popular”.

Siguiente objetivo:

Según fuentes autorizadas, hace algunos días el periodista Pedro Salinas habría pedido una audiencia con el Papa Francisco para poder realizar una serie de requerimientos que irían en la línea de cumplir con los objetivos propuestos en el Acuerdo de Varsovia y el Accountability Project. Transcendió que el Papa indicó que lo recibiera el nuncio apostólico en el Perú, Monseñor Nicola Girasoli. En dicha reunión, Salinas habría indicado que tenía conocimiento de “problemas” que enfrentan algunas autoridades eclesiales de nuestro país y, a cambio de no difundirlos, solicitaba:

1. Que la Conferencia Episcopal no apoye a Monseñor José Antonio Eguren en la querella que éste le interpusiera a Salinas y a Ugaz.
2. Que ejerzan presión para destituir al Comisario Apostólico designado para dirigir el Sodalicio, Monseñor Noel Londoño, alegando ineficiencia en castigar a la institución religiosa. La presión fundamental en este punto se daría tras la publicación del libro de la periodista Paola Ugaz sobre los supuestos malos manejos financieros del Sodalicio.
3. Que reciba a las víctimas del Sodalicio.

También transcendió, por otra fuente, que Salinas, con el apoyo del congresista Alberto de Belaunde, tiene como objetivo realizar una campaña contra el Cardenal Juan Luis Cipriani con el fin de que pase al retiro totalmente desprestigiado, esto sin mayores pruebas pero con apoyo mediático. Lo cual también formaría parte de uno de los objetivos del Accountability Project y el Acuerdo de Varsovia. Para esto, estarían a la caza de cualquier información que les permita empañar la imagen del Cardenal.

Guerra avisada…
¿Por qué preocupa la vinculación de Pedro Salinas con el Accountability Project y el Acuerdo de Varsovia? Porque, más allá de los beneficios que pueda haber traído su investigación para visibilizar casos de abuso reales y atender a las víctimas reales, se tiene a una persona dedicada a seguir una agenda marcada cuyos objetivos exceden ampliamente la compasión y buenas intenciones para con las víctimas. Sus acciones en los últimos años manifiestan una aplicada puesta en práctica de las estrategias mandadas por el Accountability Project. Identificó un caso para exponerlo públicamente (investigación al Sodalicio). Creó un gran teatro mediático con el caso. Además, viene cumpliendo, una a una, las acciones que establece el Accountability Project, como por ejemplo:

● Difundir libros de cuentos de sobrevivientes.
● Difusión masiva de nombres de perpetradores.
● Crear una campaña específica para trabajar con periodistas por esta causa.
● Alianzas con organizaciones y movimientos que trabajan en derechos sexuales y reproductivos, como movimientos de mujeres u organizaciones LGBT, como el de Católicas por el Derecho a Decidir. Es además conocido el vínculo directo de Salinas con la ONG Promsex.
● Influenciar para discutir este tema en el Comité de Derechos Humanos. Tener una reunión con el secretario general de la ONU sobre este tema para planificar estrategias conjuntas.

No se trata de caer en un negacionismo respecto de los abusos sexuales ni mucho menos de revictimizar a las víctimas reales de los mismos. Todo lo que se haga para hacer justicia a dichas víctimas es necesario y urgente. De lo que se trata es de develar que las acciones de Pedro Salinas y los periodistas que ha unido a su ‘campaña específica’ (términos del Accountability Project), parecerían entrañar intenciones que van mucho más allá de su compasión por las víctimas, como son, entre otras, la relativa fama que ha alcanzado con este caso (hasta entonces era un periodista de cuarta línea), y la rentabilidad mediática y económica que todo esto supone.

Salinas es un peón de una estrategia mucho más grande, cuyos actores bailan al mismo compás que organizaciones internacionales que buscan socavar los valores de la vida y la familia sobre los que están asentadas nuestras sociedades. Para lograr esos objetivos desprestigiar —y si es posible destruir— a la Iglesia es un paso fundamental.

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