Política

CHISAC Y EL SONIDO DEL SILENCIO (DE PEDRO)

Por: Uri Ben Schmuel

Lo difundido los últimos días en medios de comunicación sobre las declaraciones de colaboradores eficaces, no debería causar mayor sorpresa. Era evidente que la organización criminal dirigida por la exalcaldesa Susana Villarán no podía reducirse a un par de funcionarios de la Municipalidad de Lima, sino que muchas otras personas estaban comprometidas hasta el tuétano, como es el caso de Anel Townsend o Marisa Glave.

Sin embargo, se han dado datos precisos que pocos se esperaban, como el pago de un soborno de 200 mil dólares de la empresa Graña y Montero (GyM) a cambio de la firma de un contrato con la Municipalidad de Lima. Este dinero se habría utilizado para pagar publicidad y los servicios que prestaba la empresa Ogilvy a través de su directivo ejecutivo Óscar Vidaurreta en la campaña del No a la revocatoria.

Lo que llama especialmente la atención es la forma en la que se habría materializado el soborno. GyM lo habría bancarizado a través de supuestos pagos a la empresa CHISAC, dirigida por Freddy Chirinos y Pedro Salinas, para que luego ésta entregue el dinero a la empresa Ogilvy por servicios ficticios y pague la publicidad requerida por los funcionarios municipales.

He consultado con varios especialistas y todos coinciden en que este tinglado involucra a los directores de la empresa CHISAC en graves delitos. Primero, en una colaboración en el delito de cohecho, al haber intermediado en el pago de un soborno. Segundo, en un delito de lavado de activos, al dar a apariencia de legalidad a activos que provienen de un delito (cohecho) mediante el pago de la publicidad para levantar la imagen de Susana Villarán, aspirante a una reelección. Y tercero, en un delito de defraudación tributaria. Incurre, pues, en un delito tanto por ser cómplice de Graña al facturarle 200 mil dólares por un servicio no prestado como por haber defraudado al fisco mediante la facturación de 100 mil dólares a Ogilvy por una operación no real.

Este concurso de delitos no sólo les valdría una pena grave a los directores de CHISAC, sino también medidas contra la empresa como multa, prohibición de contratar con el Estado (CHISAC ha facturado al Estado, según Transparencia, más de un millón de soles) o incluso su disolución y liquidación.

Chirinos es el único que ha salido al frente, diciendo que no sabía nada y que solamente actuó por instrucción de su cliente; muy parecido al “soy su hermano, pero no sé nada”. Sin embargo, ha dado un dato bien interesante en sus descargos: que cumplieron con pagar la publicidad por instrucciones de la directora de comunicaciones de la Municipalidad de Lima.

Este dato evidencia que Paola Ugaz, en ese entonces Jefa de comunicaciones y redes sociales de la Municipalidad de Lima, habría coordinado directamente con la empresa CHISAC, en la que el otro director ejecutivo es su amigo y colega, Pedro Salinas. Otro dato importante que han hecho notar varios periodistas: todo el legajo sobre la contratación de Paola Ugaz en la Municipalidad de Lima sospechosamente se encuentra extraviado.

En el 2010, Pedro Salinas escribió en la Revista Synthesis el artículo titulado “El chancro de la corrupción política”, en donde dijo lo siguiente: “Si algo empobrece a este país, es la corrupción, aquella en la que nadan y saltan como lizas unas criaturas despreciables”. Ante las últimas revelaciones de Castro, el columnista de La República ha optado por el silencio, aunque resulta inconcebible que no supiera que un pago de 200 mil dólares no trajera consigo un servicio de su empresa y mucho menos que se haya pagado 100 mil dólares por nada.

Poco creíble es también que no supiera de la triangulación con la Municipalidad de Lima, dada la estrecha relación profesional y de amistad que le une a Paola Ugaz (y a asesorados de alto vuelo en el Ministerio Público, como lo demuestra la foto que acompaña este columna). Seguro no quiere sumar a su condena por difamación, una muy probable condena por delitos de corrupción.

 

© Café Viena

1 comentario

  1. Tanta pacatería, no podía menos que servir, para que el foco no se centrara sobre él. Era una cortina de humo para poder hacer de las suyas. Y ¿Ahora? Convendría que estuviera en redes sociales, en twitter, con su correspondiente hashtag, y que haga tendencia pronto

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