La columna del Director

BARRETO: EL ARZOBISPO ROJO DE HUANCAYO

Por: Luciano Revoredo

El Cardenal Barreto es un hombre que no genera consenso y tiene varios aspectos de su vida personal que generan gran resistencia. Es más, gran parte de los fieles de Huancayo le han perdido hace tiempo cualquier forma de afecto y respeto. Él por su parte se mueve muy bien políticamente, tiene llegada a los medios de comunicación, opina sobre todo lo que puede.

La pasada campaña electoral lo puso muy activo y para muchos no era un secreto su simpatía por la candidatura comunista encarnada por Pedro Castillo con el liderazgo de Vladimir Cerrón.

Al respecto cabe recordar que en muchas ocasiones ha mostrado sus vínculos con Cerrón como cuando apareció en Jauja para con muy poca mesura sumarse a las intenciones de Cerrón de sabotear el aeropuerto jaujino. Tampoco es un secreto que ambos comparten a Noblecilla como amigo y abogado.

En la campaña Barreto encabezó una iniciativa de la organización mundialista Transparencia para hacer firmar un pacto a los candidatos de la segunda vuelta.

En la práctica se trató de un saludo a la bandera pero que en ese momento limpiaba a Castillo de las acusaciones de terrorista. Esa cooperación perversa la pretendió justificar invocando el respeto a la libertad y la democracia cuando lo que hizo fue lanzar un salvavidas al candidato de Sendero Luminoso.

Luego se apuró a condenar a los jugadores de la selección cuando estos llamaron a no votar por la opción totalitaria.

Ahora que la gran mayoría de peruanos ha despertado y está en desacuerdo con el gobierno neosenderista de Castillo, por supuesto ha vuelto a las andadas y acaba de conceder una lamentable entrevista al diario La República en la que llama a “agotar el apoyo a aquel que fue elegido en un ejercicio democrático”. Es decir, hay que agotar el apoyo al régimen corrupto e inepto de Castillo.

Luego incurre en otra falacia maniquea cuando pretende dividir al país políticamente en dos, como si siguiéramos en la segunda vuelta y sólo se centra en Keiko Fujimori y Castillo, para así manipular el antifujimorismo.

Finalmente dice algo sorprendente: “Sin duda alguna, la vacancia presidencial es constitucional, pero se puede hacer un mal uso, como en los últimos tiempos ha pasado, pues la vacancia presidencial ha puesto en riesgo la democracia y la paz social”. Es decir, pese a todo lo que sabemos y todo lo que hemos padecido por la corrupción, Barreto aún no acepta la vacancia de Vizcarra.

Esa es la línea lamentable del cardenal Barreto. Más política que eclesial. Por lo que habría que recordarle la cuarta Bienaventuranza del Obispo según el Papa Francisco: Bienaventurado el obispo que no se encierra en los edificios del gobierno, que no se convierte en un burócrata más atento a las estadísticas que a los rostros, a los procedimientos que a las historias, que busca luchar junto al hombre por el sueño de justicia de Dios porque el Señor, encontrado en el silencio de la oración diaria, será su alimento.

 

Artículo publicado originalmente en el diario La Razón 

1 comentario

Dejar una respuesta