La columna del Director

ANÍBAL TORRES ES UN MISERABLE

Por: Luciano Revoredo

Durante su gestión como primer ministro Aníbal Torres se ha mostrado siempre provocador. Las diatribas y los excesos han marcado su discurso, por lo demás siempre pobre y extraviado.

Ha tenido desencuentros con la oposición, con la iglesia, con la prensa,  ha pasado de la victimización a la injuria como una suerte de Dr.Jekyll y Mr. Hyde andino. Pero nunca mostró tanto su naturaleza vil, su espíritu ruin, ni su aliento mísero, como esta última semana cuando el objeto de su odio fueron los niños que encarnan sus carencias y complejos.

Aníbal Torres salió de su cómoda casa en San Isidro para ir a una actividad del IPD en Bellavista. Ahí empezó leyendo su discurso: “De aquí en adelante, todos los peruanos debemos unirnos, la población, el gobierno local, el gobierno regional, el gobierno nacional, todos juntos, sin considerarse nadie superior a nadie, ni inferior tampoco a nadie, para sacar a nuestra patria del estado de subdesarrollo en el que se encuentra”. Hasta ahí tolerable su habitual demagogia. Pero luego dejó de leer para dejarse llevar por el rencor que suele embargar sus discursos cuando se deja llevar por sus emociones: “Cómo hubiese querido que niños de San Isidro, de Miraflores, también se unan con el resto de la patria, ellos son buenos, a ellos también los queremos, lo que pasa es que un pequeño sector de la sociedad en estos lugares los deforma mentalmente para hacerles creer que son superiores”.

¿Pensó este sujeto que sus palabras ofendían y discriminaban a niños inocentes y tan vulnerables como los que estaban a su lado en ese momento? ¿Pudo este energúmeno poner freno a sus desvaríos por unos segundos y pensar que estaba ante un auditorio de niños y que en ese momento sembraba odio y resentimiento en ellos? ¿Era consciente que estaba cometiendo maltrato infantil? Obviamente que no. Su hostilidad social, su evidente resentimiento y falta de empatía a un nivel sociopático, son alarmantes en alguien que ocupa un cargo público de tan alto nivel.

Los niños merecen respeto. Nadie puede tocarlos física, psicológica, ni verbalmente. Las carencias y heridas propias de su origen lumpenesco, las penurias y traumas, que ha de cargar en su torturado espíritu el octogenario Torres, ha de lavarlas en el diván de un psicoanalista y no vertiendo más veneno en la sociedad peruana.

Ya es tiempo de poner fin a sus excesos. Por el bien del país, debe pedir perdón a los niños y presentar su inmediata renuncia.

2 Comentarios

  1. Pues no creo que haya algún caviar que se quiera quemar en ese puesto y torres de castillo no tiene nada que perder por eso ha sido escogido, dudo mucho que cambie, como otras veces se necesita humor, decirle caníbal de seguro lo excita, así que hace falta un “chaplin” más estudiado, no el barato de ahora, empiezo, alguien le encuentra parecido con burns de los simpson?

Dejar una respuesta