70 CIENTÍFICOS ASESORAN A TRUMP PARA CONTROLAR CRISIS COVID19 ELIMINANDO OPORTUNISMOS POLÍTICOS
Por: Steven W. Mosher
La semana pasada, 70 personalidades de todo el espectro político norteamericano entre científicos, médicos, economistas y otros expertos técnicos entregaron personalmente una carta al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La misiva con sus sugerencias para manejar el virus de China está basada en evidencia científica y restablece el sentido común por encima de la conveniencia de quienes viene utilizando la crisis como una “oportunidad política”.
Dejando de lado sus diferencias políticas, estos profesionales pusieron sus conocimientos al servicio de las necesidades de su nación. La carta deja muy claro el propósito común frente a los malos manejos de la pandemia: “la ciencia debe ser la base de nuestras políticas públicas y de las acciones técnicas subsiguientes. Lamentablemente, con demasiada frecuencia la auténtica ciencia es sustituida por el discurso político”.
“Algunas de las quejas en relación a manejo de la pandemia COVID-19 parecen venir de aquellos que ven esta pandemia como una oportunidad política”. Se han hecho cada vez frecuentes las ridículas decisiones políticas de algunos gobernadores y alcaldes que hacen todo tipo de cosas que no tienen nada que ver con la salud pública y tienen mucho que ver con sus candidaturas antes de las próximas elecciones.
Poniendo sus recomendaciones por encima de sus afiliaciones políticas, estos expertos basan sus recomendaciones en “diversos antecedentes y conocimientos técnicos que representan una sección transversal de especialidades y habilidades en una serie de campos de la ciencia actual, que van desde la atención de salud a las ciencias físicas y a la economía. … Todos estamos en la misma lucha, así que tenemos que trabajar juntos”.
Aquí reproduzco esas principales sugerencias, seguidas de mis comentarios para resaltar su pertinencia:
- Incluir inmediatamente a un estadístico profesional al equipo de COVID-19, seguir aplanando la curva, y producir informes cada vez más precisos de las complicaciones y muertes de COVID-19.
Los modelos iniciales utilizados para proyectar las muertes por el virus de China estaban mal diseñados y produjeron predicciones exageradas de infecciones y muertes. Luego se supo de los perversos incentivos financieros para que suicidios y muertes por accidentes de tráfico se reportarán como muertes por el virus de China, con lo cual magnificaron artificialmente el problema. Por ello es indispensable contar con un experto en estadística en simultáneo con directrices claras para el reporte de casos. De esa manera, las cifras reflejarían mejor la realidad.
- El Gobierno federal debería clasificar las empresas en cuatro categorías (A, B, C, D) en función de la frecuencia y la duración del contacto personal cercano.
Ahora mismo algunos gobernadores parecen estar tomando decisiones totalmente arbitrarias, guiadas más en sus preferencias políticas que en criterios científicos o de sentido común. Grupos de izquierda rara vez acuden a iglesias o armerías, así que no dudan en cerrarlas. Más bien, como sus seguidores tienden a frecuentar tiendas de cannabis y licorerías, éstas permanecen abiertas.
Contar con normas federales ayudaría a eliminar la conveniencia política de estas decisiones y las dotaría de una muy necesaria racionalidad. En la categoría “A” podría estar las áreas abiertas de recreación como parques o campos de golf, mientras que restaurantes o peluquerías estarían en la categoría “D”.
- Mientras que las asociaciones público-privadas trabajan intensamente en aumentar la capacidad de pruebas COVID-19, debemos educar a los ciudadanos para que sepan cómo pueden optimizar su sistema inmunológico.
Existe amplia evidencia que adoptar un estilo de vida saludable y consumir vitaminas C y D en combinación con zinc, estimula el sistema inmunológico y aumenta la capacidad del cuerpo para combatir la enfermedad de COVID-19. En lugar de encerrar a los estadounidenses, los funcionarios de salud deberían animarlos a mejorar su sistema inmunológico tomando suplementos.
- La FDA debe aprobar inmediatamente los protocolos HCQ+Z-Pak+Zn más Remdesivir con supervisión médica.
La hidroxicloroquina nunca debió haber sido politizada. Tan pronto como el Presidente Trump mencionó que estaba demostrando ser una herramienta eficaz en la lucha contra el virus de China, como ha sido corroborado posteriormente, sus enemigos políticos prefirieron atacarlo en lugar de verificar la eficacia del fármaco.
El Dr. Fauci se refirió a la eficacia de la hidroxicloroquina más azitromicina como anecdótica, a pesar de la existencia de casi dos docenas de estudios científicos que muestran “el uso combinado de HCQ-AZ [Z-Pak]… parece ser un tratamiento seguro y eficiente para COVID-19”.
Si la FDA prefiere guiarse por sus preferencias políticas, es hora de que dé un paso al costado y permita que los médicos receten ese cóctel de drogas a cualquier paciente de China Virus bajo su cuidado. Los médicos sensatos ya están haciendo esto.
- La FDA debe recomendar la inhalación de vapor como tratamiento inicial.
Dado que el virus de China es una enfermedad respiratoria y que los virus pueden ser desactivados por el calor (165 grados Farenheit o 74 centígrados), la inhalación cuidadosa de vapor puede resultar ser un tratamiento inicial simple y muy accesible. La FDA debería investigar esto rápidamente y, si funciona, aprobarlo.
- El Congreso debería abstenerse de realizar desembolsos adicionales de COVID-19, pues ya se ha autorizado una cantidad de dinero que acarreará problemas.
Ya se ha destinado una cantidad obscena de dinero a la epidemia del virus de China, gran parte de la cual se ha desperdiciado. Se construyeron hospitales que nunca fueron utilizados y se enviaron barcos hospital a Nueva York y California que atendieron solo a un puñado de pacientes. Otras sumas se destinaron a artículos de la “lista de deseos” progresistas que no tenían nada que ver con la epidemia.
La ridícula propuesta de Nancy Pelosi de 3 billones de dólares “vía expresa hacia el socialismo” es más de lo mismo. Cualquier gasto nuevo debería estar vinculado específicamente a lidiar con el virus de China. Nuestra deuda nacional ya está cerca de ser insostenible. No deberíamos añadirle nada más.
- Continuar investigando exhaustivamente el origen de COVID-19.
Crece la evidencia de que el coronavirus no sólo se filtró desde el biolaboratorio de Wuhan, sino que fue creado allí. Una investigación es necesaria no sólo para asignar la responsabilidad por el brote, sino también para prevenir un futuro brote de los laboratorios de China. Lo que es más importante, debe incluir una evaluación del daño causado por el virus de China a los EE.UU. y a la economía mundial, para que pueda servir de base en el reclamo al Partido Comunista chino y a sus líderes por indemnización y compensación por daños.
Si el Partido Comunista chino y sus líderes son responsables, como indican las pruebas, entonces deberíamos responsabilizarlos de sus acciones y usar todas las vías a nuestra disposición para resarcirnos de los daños de una manera u otra.
- Analizar a fondo la objetividad, competencia y oportunidad de los principales organismos de las Naciones Unidas.
Evidentemente, la OMS es la agencia de Naciones Unidas que más necesita una investigación específica sobre el brote del virus de China. Pero de ninguna manera es la única. El Partido Comunista chino ha sesgado las opiniones de varios organismos internacionales y de Naciones Unidas cuya competencia y objetividad han quedado sumamente cuestionadas. No deberían recibir financiación hasta que se hayan reorganizado totalmente. Si la reforma resulta imposible, deberían reemplazarse por otras instancias.
El Dr. John Droz, físico que redactó la carta, resumió el esfuerzo conjunto de esta manera: “Apoyamos al Presidente (Trump) y queríamos darle varias sugerencias constructivas para el futuro y estas son evidentemente algo diferentes de lo que está escuchando del Equipo de Coronavirus”.